Es súper común que cuando nos bañamos, dejemos la esponja con la que nos tallamos en la regadera, por comodidad, además está húmeda y la regadera parece un lugar ideal para que ésta se escurra y se seque pero ¡mala idea!
No debes hacer esto porque hay la posibilidad de que aparezcan bacterias.
De acuerdo Sejal Shah, una reconocida dermatóloga, “después de utilizar una esponja, la piel muerta se queda entre los huecos. Estas piel, so convierte en caldo de cultivo para bacterias”.
Lo ideal es que una vez que te hayas terminado de bañar, te asegures de lavar bien tu esponja, escurrirla y dejarla en un lugar seco, que seguro acumulará menos bacterias que en la ducha o sus paredes.
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