Seguramente puedes recordar algún día de tu vida en el que vaciaste el clóset sin encontrar algo que te hiciera sentir feliz con tu aspecto. Es completamente normal, tod@s vivimos al menos una vez en la vida esto, pero cuando el espejo comienza a mentir con frecuencia, ¡cuidado!
El espejo sí miente, y se llama trastorno dismórfico corporal. No tienes una visión realista de tu cuerpo, lo que afecta negativamente tu estado de ánimo, te impide laborar con dificultad y hasta daña tu vida social.
Cuando padeces de trastorno dismórfico corporal, no puedes dejar de pensar obsesivamente en todos tus defectos físicos, de manera que dejas de usar tus prendas favoritas, comienzas a odiar las fotos y hasta le dices adiós a las actividades que más te entusiasmaban sí es que implicarían mostrarte en público. No importa si acudes a un cirujano para que corrija lo que no te encanta, el trastorno no se va, la ansiedad sí, por un rato, pero tiende a regresar.
El Manual diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales dicta algunos de las señales de alguien con dismorfia corporal:
- Preocupación excesiva por el defecto percibido, el cual con frecuencia, las demás personas no lo ven o bien, lo ven como algo no importante.
- Estás completamente segura que dicho defecto te convierte en una persona deforme
- Crees que las personas se burlan de ti por dicho defecto.
- Intentas esconderlo a través de la ropa, peinado y/o maquillaje.
- Te comparas físicamente de manera constante con otras personas.
- Necesitas reafirmación externa sobre tu aspecto físico.
- Evitas ciertas situaciones sociales debido a tu defecto.
¿Crees que podrías padecer éste trastorno?
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